Carlos Rodolfo Yaryez nació en Paraná el 29 marzo 1966. Hijo de Clotilde Zunino y José Angel Yaryez y hermano de José Luis Yaryez. Sus padres y su único hermano fueron el entorno cristiano para su niñez, llena de travesuras y de juegos, pero también con una marcada tendencia a lo espiritual.
Fue bautizado el 22 de mayo de 1966 en la capilla “Santa Teresita” de la localidad de Tabossi, provincia de Entre Ríos. Recibió el sacramento de la Eucaristía por primera vez en la parroquia “Don Bosco” el 16 de noviembre de 1975, y el de la Confirmación en el año 1977, también en la misma parroquia de la ciudad de Paraná.
Hasta los 4 años pasó su infancia en la aldea Tabossi y, al finalizar el año 1972 sus padres se mudaron definitivamente a la ciudad de Paraná donde vivió hasta su muerte por leucemia (linfoma de alto grado de malignidad).
Cursó sus estudios primarios en Paraná, finalizando su educación secundaria en la Escuela de Educación Técnica N°3 “Tte. Luis Candelaria”; luego la carrera de Ingeniería Electromecánica en la Universidad Tecnológica Nacional, Regional Paraná, hasta 4to año, momento en que fallece.
A los 16 años se incorporó a un grupo de estudio de la Doctrina Social de la Iglesia y, posteriormente ingresó a las filas de la Acción Católica Argentina en la Parroquia “Nuestra Sra. Del Rosario”, Catedral de Paraná. En esta institución fue miembro activo, siendo delegado de prejuveniles y, posteriormente, vicepresidente diocesano de los Jóvenes de Acción Católica hasta su fallecimiento. Fue un gran formador de jóvenes a quienes transmitía su alegría cristiana.
Sus amigos de la escuela comentan que, a esa edad adolescente, se notó su transformación. De su estilo desaliñado en el vestir y cierto descuido en el hablar (que le valió el mote de: “el Indio”), se percibió el cambio en su gusto por cierta música, su mejoría en el rendimiento estudiantil y su respeto por los mayores y las mujeres. A tal punto fue ese cambio, que sus compañeros de la escuela se cuidaban en su hablar y comportamiento cuando Carlos estaba presente.
Al ingresar a la Acción Católica conoce a quien fuera su novia, fiel compañera en sus momentos de gozo y también de dolor y enfermedad. Con ella vivió un noviazgo de casi 6 años, donde la oración, la virtud de la castidad y la pureza los mantuvo unidos hasta el final.
Su vida espiritual fue profundizándose con la frecuente vida sacramental, la Adoración Eucarística y retiros ignacianos. Era un hijo confiado y amoroso de la Virgen en las advocaciones de Nuestra Sra. Del Rosario y Ntra. Sra. Del Carmen, rezando diariamente el santo Rosario. De honda vida espiritual, en dos oportunidades se planteó su vocación al sacerdocio.
Supo ver en el prójimo a Jesucristo, por lo que no dudaba en acudir en ayuda, con verdadera caridad y celo apostólico.
Su fama de santidad está presente fuertemente en todos aquellos que lo conocieron y compartieron distintos momentos de su vida cuando brillaba con su sentido del humor, su fidelidad de amigo y su profunda espiritualidad. Tanto es así que, en la Sede Arquidiocesana de la Acción Católica hay una placa con su nombre en la Sala de los Jóvenes y en el Hospital Regional “San Martin” también se puede ver otra, en el acceso de la Sección de Hemoterapia e Inmuno hematología.
Su confianza en la Voluntad Divina la mantuvo hasta su último aliento. Falleció el 30 de octubre de 1990 en Gracia de Dios, acompañado por un sacerdote y el amor de su familia, amigos y novia.
Él aceptó su enfermedad y su padecimiento con Fe.
Nadie lo escuchó quejarse.
Sabía que su sufrimiento tenía sentido y que el Señor le daba esta oportunidad de entregarse, con amor por un bien mayor, que él desconocía, pero que confiaba daría sus frutos en algún momento o en algún lugar.
Paraná, 7 de mayo del año del Señor 2024.