El 13 de junio de 1859 el Papa Pio IX expidió la Bula “Vel a Primis”, de creación del Obispado Paranaense que confería a la ciudad de Paraná el rango de ciudad episcopal.
“Este 13 de junio, al cumplirse el 165 aniversario de la Diócesis Paranaense, no debemos olvidar que la iglesia y la fe estuvieron desde mucho antes. Ya a fines del siglo XVII encontramos en los mapas marcada la Capilla en la Bajada y a comienzo del XVIII, se levanta la Capilla de la Inmaculada Concepción, atendida por el Padre Miguel de Barcelona”, destaca el artículo de la Prof. Celia Godoy.
A continuación compartimos el escrito completo de la historiadora sobre una iglesia que avanza a los 300 años desde su institución en aquella parroquia. Aquí, el artículo completo.
Mucho para festejar
En este mes y en este año particular, donde se recuerda la elevación a la categoría de Villa de nuestra Paraná, y los 170 años de que fuimos Capital de la Confederación, tenemos también importantes fechas que recordar en nuestra iglesia particular.
Acabamos de cumplir los noventa años como Arquidiócesis de Paraná, el pasado 20 de abril, una fecha que nos pasó casi inadvertida pero no por eso, menos importante.
Por esta Bula Pontificia Nobilis Argentinae Nationis, del 20 de abril de 1934, el Papa Pío XI había erigido en nuestra República 10 nuevas Diócesis: Jujuy, La Rioja, Mendoza, San Luis, Río Cuarto, Rosario, Mercedes, Azul, Bahía Blanca y Viedma, y seis Arquidiócesis Córdoba, La Plata, Paraná, Salta, Santa Fe y San Juan de Cuyo.
¿Qué significaba este cambio de nombre? Que dado el aumento del número y fe de los católicos de la Iglesia Argentina, y floreciendo cada vez más la vida católica de suerte que las sedes episcopales como se hallaban actualmente, resultaban insuficientes para atender a las necesidades espirituales de la Grey del Señor, el Papa Pío XI juzgó de toda conveniencia establecer una nueva organización de las Diócesis y provincias eclesiásticas en toda la República Argentina, de común acuerdo con el Gobierno de la Nación.
Por lo tanto nuestra diócesis, ahora arquidiócesis, empezó a gozar de todos los derechos y privilegios que por derecho común gozan las demás iglesias metropolitanas y sus Arzobispos. Los Cabildos de las iglesias erigidas en metropolitanas tienen a la dignidad y grado de Cabildo Metropolitano. Este decreto tuvo su ejecución en sus efectos íntegros y completos al día siguiente a la fecha en que se firmó en Buenos Aires, el 30 de julio de 1934 por el Nuncio apostólico Mons. Cortessi.
Fue Preconizado primer arzobispo y sexto diocesano de esta sede al Dr. Zenobio Guilland.
Pero esta historia no nació aquí. Con este camino de los 170 años del gobierno confederado, se fue gestando el asiento de las autoridades nacionales pero también la necesidad de dotarla de rango episcopal.
En el territorio nacional solo había cuatro diócesis, la de Córdoba (1570), la de Buenos Aires, (1620), la de Salta, (1806) y San Juan de Cuyo.
La primera jurisdicción diocesana en el actual territorio argentino fue la del Tucumán, creada el 10 de mayo de 1570 con sede en Santiago del Estero que abarcó todo el noroeste y la zona central, menos las provincias de Cuyo qué dependieron hasta 1807 de la diócesis de Santiago de Chile.
Fuimos parte de la diócesis de Buenos Aires que comprendió, hasta bien entrado el siglo XIX, el territorio que pertenece hoy a la República Oriental del Uruguay, mientras que las provincias cuyanas pertenecieron a la diócesis de Santiago de Chile hasta inicios del siglo XIX. Y cuando se creó la arquidiócesis porteña, uno de los obispados sufragáneos que se le adjudicaron fue el de Asunción del Paraguay.
El 5 de abril de 1851 había fallecido el Obispo de Buenos Aires, Mons. Mariano Medrano y Rosas prohibió que se trasmitiera a las provincias esta noticia. A causa de esto cesaban las facultades que había delegado a los Vicarios foráneos. El nuevo Vicario Capitular debía renovar estas facultades para el regular funcionamiento de la Diócesis, cosa que no sucedió.
¿Qué hacer entonces? todas las miradas se posaron en el General Urquiza que preparaba la campaña libertadora. Y él se dio cuenta inmediatamente de la conveniencia de desmembrar estas provincias del Obispado de Buenos Aires creando una nueva sede episcopal a la que estuvieran sujetos estos dilatados territorios, idea que le fue sugerida por algunos eclesiásticos de su tiempo.
El triunfo de Caseros y los sucesos que le siguieron retardaron la creación de este obispado. A pesar de todo, el congreso constituyente sancionó la Constitución Nacional y en el año 1854 Urquiza fue electo primer presidente de la Confederación. Apenas se hubo normalizado su gobierno, resolvió gestionar ante la Santa Sede la creación del Obispado.
El 30 de septiembre de 1855 se promulgó una ley del congreso federal, autorizando al Poder Ejecutivo para proceder por los trámites civiles y canónicos a la erección de una nueva diócesis denominada del Litoral.
Efectivamente, el 13 de junio de 1859 el Papa Pio IX expidió la Bula “Vel a Primis”, de creación del Obispado Paranaense que confería a la ciudad de Paraná el rango de ciudad episcopal. El 27 de diciembre, el delegado Apostólico Mons. Marini, dictó el decreto de ejecución de la Bula.
El Vicario Apostólico cesaba ipso facto, luego que fuera preconizado y tomara posesión el nuevo prelado. La Diócesis abarcaba, las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe. No se menciona Chaco y Formosa, territorios poblados por indios y pertenecientes al Obispado de Salta.
Se establecía la sede del Obispado en Paraná, Capital de la Confederación Argentina. Se recomendaba el cumplimiento de la promesa de construir un nuevo templo, en honor del Arcángel San Miguel, destinado a Catedral, e instituía en Catedral la Iglesia del Rosario, allí existente. Aceptaba la promesa del gobierno de adjudicar un edificio cerca de la Catedral para habitación del Obispo y su Curia y otro dotado de lo necesario para el seminario. El Gobierno Nacional prometía adjudicar un edificio cercano a la Catedral para casa habitación del Obispo y su curia. Hasta ese momento la casa destinada para residencia y el establecimiento de la curia era la perteneciente a Doña Isabel de La Torre de Carriegos y el gobierno había pagado el alquiler.
Por este decreto se erigía “en Catedral la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, pero como el Gobierno se propone edificar un nuevo templo para catedral, se trasladan los derechos inherentes a la catedralidad, desde ahora y hasta que la obra se termine al nuevo templo”, dice el texto de la Bula.
Al concluir el periodo presidencial de Urquiza, fueron electos Presidente Santiago Derqui y Vice Juan Esteban Pedernera que asumieron el 5 de marzo de 1860. El 18 de marzo de ese año, con la presencia del Presidente Derqui en la antigua y provisoria Catedral de Paraná se proclamó la Bula. Por circular del día 20, Vidal comunicó a las parroquias el haberse hecho la instalación definitiva de la nueva Diócesis y Catedral Paranaense.
El nuevo Obispo llegaba a Paraná el 23 de mayo de 1860, acompañado entre otros por Fray Mamerto Esquiú, quien ocuparía el cargo de secretario de Cámara y Gobierno. A su fallecimiento quedó a cargo de la Diócesis, Mons. Miguel Vidal hasta la llegada del segundo Obispo Mons. José María Gelabert.
Este 13 de junio, al cumplirse el 165 aniversario de la Diócesis Paranaense, no debemos olvidar que la iglesia y la fe estuvieron desde mucho antes. Ya a fines del siglo XVII encontramos en los mapas marcada la Capilla en la Bajada y a comienzo del XVIII, se levanta la Capilla de la Inmaculada Concepción, atendida por el Padre Miguel de Barcelona.
Una iglesia que avanza a los 300 años desde su institución en aquella parroquia, el primer acto administrativo que involucra al territorio entrerriano, marca el punto de partida de nuestra historia. Y ahora abocada a los siervos de Dios cuyas causas han sido iniciadas este año, ha tenido la presencia y testimonio de sacerdotes y consagrados que desde otro lugar guían nuestro caminar.
Fray Mamerto Esquiú, la Sierva de Dios, Catalina de María Rodríguez, fundadora de las esclavas del Sagrado Corazón de Jesús, que acompañaron al Cura Brochero, que vivió en Paraná, en los años del gobierno Confederado siendo la esposa del Edecán Presidencial Manuel Antonio de Zavalia, los padres agustinos de la iglesia San Miguel y ahora los nuevos siervos de Dios, Carlos Rodolfo Yaryez, fiel laico, Víctor Manuel Schiavoni, alumno del Seminario, y María Cruz López, fiel laica.
Feliz 165 aniversario para nuestra querida Diócesis de Paraná y 90 como Arquidiócesis. Un largo, fructífero y bendecido camino recorrido.
Prof. Celia Godoy