El pasado lunes 30 de octubre, el Arzobispo, Mons. Juan Alberto Puiggari, bendijo en la Parroquia San Cayetano de Paraná un cinerario habilitado como espacio sagrado para el depósito de las cenizas de los fieles que hayan optado – según la libertad que les da la Iglesia – por la incineración o cremación de sus cuerpos después de la muerte.
La práctica de la cremación de los cuerpos de los difuntos, admitida en la Iglesia desde el año 1963 continúa difundiéndose en las comunidades y requiriendo la conveniente atención y acompañamiento pastoral. Reafirmando la recomendación a favor de la sepultura de los cuerpos, en los cementerios, pero no existiendo objeciones doctrinales a la cremación (excepto cuando se la elige por razones contrarias a la fe), la Iglesia admite su práctica, así como la conservación de las cenizas de los difuntos en lugares adecuados para tal fin. Son varias las Parroquias que en la Arquidiócesis poseen ya estos espacios.