En ocasión de conmemorarse la fiesta en honor a la Virgen del Rosario , la arquidiócesis se congregó en el atrio de la Catedral para celebrar a su patrona.

El arzobispo de Paraná, Monseñor Juan Alberto Puiggari presidió la celebración en la tarde de este sábado 7, luego de una jornada en la que la Virgen recorrió la ciudad de Paraná vísitando en Caravana más de 20 parroquias y capillas.

La celebración contó con la presencia de autoridades de diferentes fuerzas, vecinos , colegios religiosos, movimientos y comunidad en general .
Aquí, compartimos el texto de la Homilía.

HOMILÍA DE LA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO,

PATRONA DE LA ARQUIDIÓCESIS DE PARANÁ
Catedral, 7 de octubre de 2023


Queridos hermanos:
Nos llena de alegría estar otra vez reunidos para expresar nuestro
amor y agradecimiento a nuestra Madre, Patrona y Fundadora, la Santísima
Virgen del Rosario. Hoy, Ella nos madrugó, “se levantó y partió sin demora” a
visitar a sus hijos en las distintas Parroquias.
Ahora estamos acá para decirle: “Madre, te amamos”.
Queremos mirar para atrás, escuchar a las generaciones que nos
han precedido y descubrir el signo especial del Amor de Dios, la gracia singular
enclavada en el corazón de la historia de Paraná para transmitirla, como fuego
sagrado, de generación en generación.
Esa gracia singular de Dios tiene un nombre: la Santísima Virgen del
Rosario. Así lo proclamamos en su coronación que se realizó hace 50 años un
8 de diciembre de 1973. Ella nos ha precedido y acompañado desde 1730.
Junto a Ella nació Paraná, por eso nació cristiana, hija de Dios. Es el alma
viviente de nuestro pueblo. La ciudad de hoy quiere ser fiel al tiempo…
Reconocer nuestro origen es asegurar nuestro futuro; profundizar sus raíces
es garantizar su crecimiento como ciudad que ponga al hombre en el centro
porque reconoce a Dios como su Señor.
El amor a la Virgen fue lazo de unidad y factor de progreso para los
primeros habitantes de la villa de la Baxada del Paraná.

También hoy queremos mirar el PRESENTE, y contemplar su
imagen venerada que nos actualiza su presencia: “Tu corazón continúa aquí
en la tierra. En él confiamos” y así admirarnos una vez más al escuchar el
Evangelio proclamado: “Cuando el ángel te saludó en nombre de Dios,
respondiste sí a la invitación divina y el Verbo se hizo carne en tu seno
virginal” y tu respuesta ante la grandeza de tu vocación “Yo soy la servidora
del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho”. (Lc. 1,38)
Nuestra Madre encarna tres aspectos esenciales que surgen a la luz
del Evangelio:

  • Vive siempre con Dios : “El Señor está contigo”,
  • Crece en gracia y santidad: “Llena eres de gracia”,
  • Santifica su deber de estado, se reconoce como la esclava del Señor
    porque sólo quiere cumplir Su Voluntad.
    Estos tres valores los vive en su vida humilde de Nazaret, sirviendo,
    amando, sufriendo.
    Hace 50 años sellamos un pacto de amor con María; el signo fue la
    corona hecha fundamentalmente con la donación de sus hijos más humildes.
    Hoy queremos renovar nuestro reconocimiento como Reina y
    Señora, primero en nuestros corazones y también en el corazón de la Ciudad,
    lo cual nos impone fidelidad, entrega, servicio y amor apasionado.
    Nos sentimos pequeños, pecadores, por eso queremos abrazar el
    medio que nos ofrece María para hacernos entrar en el Misterio de Dios.
    Contemplar el Misterio y hacerlo oración, mirar a Cristo con los ojos de la
    Virgen.
    Por medio del Rosario queremos descubrir que en medio de una
    situación perpleja, en un mundo contradictorio por alejarse de Dios, hay un
    oasis siempre a mano, para restaurar el alma y retomar el camino de las
    cumbres.
    Queremos educarnos en la ley del amor y del servicio, como María,
    levantarnos y partir sin demora. Creemos en la fuerza omnipotente del amor.
    Y como santo Domingo y en Lepanto, descubrimos en el Santo Rosario un
    arma siempre victoriosa. Queremos, bajo la guía de María, aprender a orar y
    enseñar a orar. Será nuestro mayor aporte a nuestro mundo.
    Como María, queremos ser una Iglesia servidora, que sale sin
    demora de su casa, que sale de sus templos, que sale de sus sacristías, con un
    nuevo espíritu misionero, para anunciar la Verdad que salva: Jesucristo.
    Como María, queremos que se cumpla en nosotros la voluntad de
    Dios estando disponibles para escuchar Su designio para nuestra Iglesia y para
    cada uno de nosotros, y con prontitud decirle “FIAT”.
    Ella es punto de referencia constante para la Iglesia (EG: 287) y el
    modelo eclesial para la Evangelización, en Ella aprendemos sobre todo una
    actitud, un estilo; es el estilo mariano con el que hemos de conducirnos en
    esta hora de nuestra Iglesia que busca su conversión pastoral. Un estilo
    servicial y tierno, que cuida de los hijos, sobre todo de los más débiles.
    Queridos hermanos,
    el próximo año vamos a recordar los 25 años de la realización del
    Congreso misionero COMLA VI CAM I en nuestra Arquidiócesis. Fue un
    momento de gracia que marcó profundamente nuestra vida eclesial.
    Queremos hacer memoria agradecida y al mismo tiempo renovar el
    compromiso misionero de todas las Parroquias, Movimientos e Instituciones,
    siguiendo el deseo del Papa Francisco de generar una opción misionera
    capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, el lenguaje
    y las estructuras eclesiales se conviertan en cauce adecuado para la
    evangelización del mundo actual.
    Poniéndolo bajo la protección de Nuestra Madre, damos hoy
    comienzo a un Año Misionero Arquidiocesano hasta el 29 de septiembre del
    próximo año. Le he encargado a la Delegación para las Misiones que
    organice y anime este acontecimiento de gracia.
    Le pido a la Virgen que como Iglesia respondamos como misioneros
    con nuestra vida de fe, esperanza y caridad, cada uno según su carisma, en
    cada Eucaristía, en cada acto de libertad.
    Como es entero el Amor de tu Hijo, sea entera nuestra entrega.
    Y también hoy queremos pedirle de un modo muy especial por
    nuestra sufrida Patria: para que nos dé la valentía de la libertad de los hijos
    de Dios, para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y
    perdonando a los que nos ofenden, aborreciendo el odio y construyendo la
    paz. Para que siempre se cuide la vida desde su concepción hasta la muerte
    natural y que nunca se descarte ninguna vida. Para que se pacifiquen los
    corazones de los argentinos y trabajemos todos buscando superar el
    escándalo de la pobreza.
    Madre de Rosario, nos ponemos en tus manos, cuida a todos tus
    hijos, especialmente a los que más sufren.

    Madre del Rosario, únenos a Ti en la tierra y llévanos al cielo.

    +Juan Alberto Puiggari
    Arzobispo de Paraná