En días pasados, se dio a conocer que la Santa Sede dio el Nihil Obstat para dar inicio a la fase diocesana del proceso (o de los procesos) por el cual se reúna la prueba necesaria para comprobar si los jóvenes Víctor Manuel Schiavoni, Carlos Rodolfo Yaryez y María Cruz López, ahora siervos de Dios, están en condiciones de ser declarados beatos de la Iglesia del Señor.

¿Qué es un siervo de Dios?

Un siervo de Dios es una persona cuya vida ha sido considerada por la Iglesia Católica como ejemplar y digna de ser imitada por los fieles. Esta persona ha vivido una vida cristiana en la que se destacan las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad) y las virtudes cardinales (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), y ha demostrado un grado heroico de entrega a Dios y a los demás. La Iglesia inicia un proceso para su beatificación y canonización con el fin de declararlos oficialmente como santos de la Iglesia.

¿Qué significa el Nihil obstat de la Santa Sede?

El Nihil obstat es el reconocimiento formal de que no hay obstáculos para iniciar un proceso de reconocimiento de la fama de santidad de una persona. No se reconocen aún virtudes, solo se afirma que no hay impedimentos para comenzar.

La fase diocesana: la recolección de pruebas

El proceso consiste en una instrucción por la que se recogen las pruebas demostrativas de la fama de santidad de estos jóvenes. Es una etapa diocesana, punto de partida de todo un proceso en el cual se trata de comprobar que los fieles reconocen que las vidas de estos tres jóvenes han sido de una pureza e integridad tal que visibilizan las virtudes en un grado heroico o, como introdujo el papa Francisco en un reciente Motu Proprio, han ofrecido sus vidas movidos por la caridad.

La importancia de la “fama de santidad”

Debe demostrarse la “fama de santidad”: éste es el punto clave para el buen término del proceso, con la advertencia de que la misma es espontánea y también extendida, mantenida establemente o de manera constante en el tiempo. Esto tiene que ser dicho o testimoniado por una porción significativa del Pueblo de Dios que peregrina en Paraná.

La formalización del iter del proceso

Como vamos a ver rápidamente en lo que decimos ahora, el camino diocesano que se iniciará de modo formal requiere de varios intervinientes. El Obispo, ante todo, que decreta el inicio del proceso con la aceptación de los principales responsables. Luego, un “actor” que impulsa la causa y el postulador de cada una de ellas. Así como el actor “impulsa”, el postulador “investiga” sobre la vida del siervo de Dios en todo aquello que es útil para probar su fama santidad y de todos los favores y gracias que pudiera haber concedido de Dios. Se busca la verdad de la vida de cada uno en relación con su aducida fama de santidad.

Intervinientes en el proceso

El Obispo puede acompañar personalmente cada causa o designar para ello un delegado. Es necesaria la presencia de un promotor de justicia, que acompaña la rectitud del proceso desde el punto de vista canónico, un notario con su función específica y, eventualmente si hubiera denuncia de supuestos milagros de curación, un perito médico. Oportunamente se designan dos censores teólogos para examinar los escritos y tres peritos en historia y archivística que redacten de modo circunstanciado la vida de los siervos de Dios.

Es importante recordar que este proceso de beatificación es un desafío que requiere de nuestra oración y estudio detenido de cada una de las causas. Es una labor eclesial que debe llevarse con prudencia y cuidado para no tributar culto público eclesiástico al siervo de Dios ni obstaculizar la espontaneidad en la invocada fama de santidad.

Es necesario seguir las indicaciones de quienes lleven adelante las causas, rezar por ellos y por nosotros, y confiar en que Dios, a su tiempo, se manifiesta. La difusión espontánea de su fama de santidad y de los favores o gracias que se les atribuyan, así como la prudente devoción privada, pueden ser una forma de reconocer y honrar la vida y obra de estos siervos de Dios.

En resumen, la beatificación es una buena y alentadora noticia que nos invita a trabajar juntos y confiar en la manifestación de Dios en nuestras vidas.