Candela Giarda de la ciudad de Paraná, Entre Ríos, Argentina, tenía 11 años cuando en el mes de marzo de 2011 contrajo una enfermedad de encefalopatía.

Dada la gravedad del caso, fue trasladada a la ciudad de Buenos Aires y allí fue internada en la clínica de la Fundación Favaloro.  La mamá de Candela, Roxana Sosa, la acompañó durante todos esos meses y asistía a rezar a la parroquia Nuestra Señora de la Rábida cerca de la clínica en la que la niña estaba internada. Roxana conoció al padre José Ignacio Dabusti, que en ese momento era párroco de la Iglesia y visitaba a los enfermos que estaban en la clínica y allí conoció a Candela.

Estuvo varios meses internada. Se agravó su estado y el 22 de julio, los médicos que atendían a Candela le explicaron que la niña ya no tenía expectativas de vida dada la gravedad de su estado de salud y que no pasaría de esa noche. Roxana fue a la parroquia a buscar al padre José y a pedirle que fuera a darle una bendición a Candela.

El padre Dabusti fue a la clínica al llegar encontró a Candela en un estado muy grave. El padre José propuso pedirle a Dios por intermedio de Papa Juan Pablo I la curación de Candela.

En ese momento el sacerdote les explicó que desde chico le había tomado un gran afecto al Papa Juan Pablo I y que lo había marcado mucho en su vocación sacerdotal. Luego rezaron todos juntos.  

A la mañana siguiente, Candela mostró una ligera mejoría la que fue creciendo a lo largo de los días siguientes. Los médicos y las enfermeras estaban sorprendidos de la mejora.

En el mes de agosto salió de terapia intensiva y en el mes de septiembre de ese mismo año, dejó la clínica y fue trasladada a Paraná donde comenzó su rehabilitación. Candela debió aprender a comer y a caminar y con el tiempo recuperó también el habla.

Candela Giarda es una joven de 21 años que tiene una vida normal y que ya no requiere tomar medicación alguna. Se encuentra estudiando seguridad e higiene animal en la universidad.

Luego del estudio minucioso del caso, el Vaticano aprobó el milagro concedido por intercesión del Papa Juan Pablo I y en el que se curó la niña argentina, Candela Giarda.