
“El vínculo espiritual y afectivo que no se puede cancelar ni con el paso del tiempo ni con los kilómetros de distancia”
Desde Filipinas, donde ejerce hasta el momento su servicio en la representación pontificia, el Padre Gabriel Viola compartió sus primeras impresiones al conocerse la noticia de que ha recibido una nueva misión pastoral. Viola – quién también desempeñó funciones en la Nunciatura de El salvador y Belice- servirá en la Primera Sección de la Secretaría de Estado de la Santa Sede y como Ecónomo-Prefecto de Estudios de la Pontificia Academia Eclesiástica.
Desde allí se mostró agradecido ante las expresiones de afecto y oración que recibió en estos días desde la Arquidiócesis: “En especial a su Eminencia Mons. Karlic y a Mons. Juan Alberto Puiggari, por sus palabras tan sabias y alentadoras. A los sacerdotes y religiosas y a todas las comunidades parroquiales y amigos que me han prometido redoblar las oraciones para esta nueva misión, a todos ustedes: gracias. Les prometo recordarme de sus intenciones ante el altar del Señor.”
– ¿Dónde va a trabajar y qué tipo de labor desempeñará?
Gracias por la pregunta, porque al escuchar el termino Secretaria de Estado o Pontificia Academia Eclesiástica, pueden sonar a nuestros oídos como lejanos o desconocidos y esta es una buena ocasión para poder acercar esas realidades a nuestra vida arquidiocesana.
Puede ayudarnos a introducir el tema un poco de historia.
La Secretaria de Estado es el dicasterio de la Curia Romana que ayuda más de cerca al Papa Francisco en el ejercicio de su misión universal (Pastor Bonus, Art. 39).
El inicio de la Secretaria de Estado, resale al siglo XV. Con la Constitución Apostólica Non debet reprehensibile, del 31 diciembre 1487, fue instituida la Secretaria Apostólica compuesta por 24 secretarios.
El Papa León X estableció otra oficina para ayudar al cardenal que asumía la dirección de los asuntos de estado y para responder a la correspondencia en lengua vernácula, principalmente con los nuncios apostólicos.
Fue durante el período del Concilio de Trento que la Secretaria de Estado tubo un amplio crecimiento y paulatinamente con otros Papas fue adquiriendo la forma con la que la conocemos hoy día.
El Papa Pablo VI, con la Constitución Apostólica Regimini Ecclesiae Universae del 15 de agosto de 1967, en cumplimiento de la voluntad expresada por los Obispos en el Concilio Vaticano II, reformó la Curia Romana y dio un nuevo rostro a la Secretaría de Estado suprimiendo y transformando algunos organismos.
Juan Pablo II, el 28 de junio de 1988, promulgó la Constitución Apostólica Pastor Bonus con la que, reformando la Curia romana, dividió la Secretaría de Estado en dos Secciones: la Sección de Asuntos Generales y la Sección de Relaciones con los Estados y Su Santidad Francisco creo recientemente la tercera Sección para el Personal Diplomático.
Dicho esto, yo tendré que colaborar en la oficina de legua española de la Sección de Asuntos Generales o Sección Primera que es la encargada de tratar los asuntos relacionados con las actividades diarias del Sumo Pontífice, tanto en la preocupación por la Iglesia Universal como en las relaciones con los Dicasterios de la Curia Romana. Esta primera Sección supervisa la redacción de los documentos que el Santo Padre le confía. Cumple los actos relativos a los nombramientos de la Curia Romana y mantiene el sello de plomo y el anillo del Pescador. Realiza todo lo relativo a las Embajadas ante la Santa Sede. Supervisa los órganos oficiales de comunicación de la Santa Sede y se ocupa de la publicación del «Acta Apostolicae Sedis» y del «Annuario Pontificio«.
– ¿Escuchamos que también trabajará en la Pontificia Academia Eclesiástica. Puede contarnos que es eso?
Esta es una institución que tiene vital importancia por muchos aspectos pero de la cual poco se conoce.
En ella se forman los nuevos diplomáticos de la Santa Sede, los cuales luego de finalizar su preparación son enviados a las diferentes naciones como representantes de la Santa Sede para colaborar ya sea con la iglesia local que con las autoridades civiles.
La gran mayoría de los Nuncios Apostólicos se formaron en la Pontificia Academia Eclesiástica.
Como poco conocemos de ella, si tú me permites, te cuento algo de su historia.
Fue fundada en Roma en 1701 por el Abad Pietro Garagni, con el consejo prudente del Beato Sebastiano Valfré.
En el año 1703 el Papa Clemente XI decidió poner la Academia bajo el cuidado directo del Sumo Pontífice.
Desde el 2 de junio de 1706 esta institución reside el Palacio Severoli, en la Plaza de la Minerva, famosa por tener un obelisco egipcio sobre las espaldas de un elefante justo en la esquina del Panteón y de frente al Hotel Minerva donde se alojó el General San Martin.
Durante la revolución francesa fue obligada a cerrar sus puertas y al reabrirse en 1803 por decisión del Papa Pio VII, se convirtió en un instituto eclesiástico con cursos regulares de teología y de derecho canónico.
Según el Reglamento emanado por el Papa Pio IX, la Academia asumió la tarea de formar los nuevos diplomáticos de la Santa Sede.
En este lugar es donde tendré que servir en el ámbito académico y en el economato.
.- ¿Hay otros argentinos trabajando en la Curia Romana o en el Servicio Diplomático?
Esta es una pregunta muy interesante, porque la Iglesia Católica, como su nombre lo dice, desarrolla su tarea evangelizadora en todos los continentes.
Para ayudar al Sumo Pontífice en una labor tan compleja vienen llamados sacerdotes, religiosas y laicos de diversas partes del mundo, a ofrecer su servicio en Roma por un periodo relativamente breve de tiempo.
-¿ Se imaginaba este nuevo destino?
Los Secretarios de Nunciatura, comúnmente servimos en una nación por aproximadamente tres años y luego venimos transferidos para poder continuar el servicio en otro lugar.
Yo estoy en mi cuarto año en Filipinas, por tanto sí me imaginaba que en breve podían mis superiores pedirme cambiar de destino.
En cuanto al lugar, yo le dejo las cosas en manos de Dios, porque soy malísimo para las “adivinanzas”.
– Como seguirá su vínculo con la Arquidiócesis?
Yo soy sacerdote de Paraná, jurídicamente mi vínculo es fuertísimo porque me lo da la incardinación, pero muy por encima de esto está el vínculo espiritual y afectivo que no se puede cancelar ni con el paso del tiempo ni con la distancia medida en miles de kilómetros.
Para mí como hijo de la Virgen del Rosario, cuando llega el día de su fiesta patronal y estando tan lejos, me palpita el corazón acelerado al participar en las celebraciones por Facebook y ver salir nuestra Madre de su Catedral, tan humilde, tan linda y mezclarse en la calle con ese remolino de hijos e hijas que la miran con ternura y le confían sus corazones.
Yo viajo con mi alma esos días hasta el atrio de la Catedral y aunque parezca una “locura”, desde mi habitación le grito, ¡Viva la Virgen!, ¡Guapa! !que hoy estas más guapa que nunca!.
La Misa Crismal es otro de esos momentos en los que espiritualmente y afectivamente estoy siempre en Paraná. Regularmente llamo a Mons. Juan Alberto Puiggari para decirle en manos de que Obispo hare mis juramentos durante la celebración.
En realidad son tantas las ocasiones en las que nos unimos a través de la distancia, las ordenaciones, la Peregrinación de los Pueblos, los funerales de los sacerdotes y religiosas, las fiestas del Seminario, (bueno a decir la verdad me la paso de viaje, porque con el corazón estoy muy seguido allá, tanto cuanto acá).
Por gracia de Dios sigue muy vivo el vínculo de oración y afecto con los sacerdotes, religiosas, con las comunidades en las que Dios me permitió servir, mi parroquia, mi escuela, la curia, es tan fuerte que en días difíciles hace mis tristezas ligeras y en tiempos de consolación mis alegrías más profundas.