El próximo 23 de octubre se conmemoran los 290 años de la Creación de la Parroquia del
Pago de la Otra Banda del Paraná.
En aquel tiempo, había una pequeña población en la Bajada del Paraná, dependiente de los curas de Santa Fe en el orden espiritual. De vez en cuando enviaban algún sacerdote que desempeñara funciones religiosas. En el lugar se levantó una Capilla dedicada a la Inmaculada Concepción, en el mismo sitio que ocupa hoy la Catedral. Rancho de paja y pobre de elementos de culto, que atendió desde 1718, el Pbro. Miguel de Barcelona durante 13 años. Solamente celebraba Misa y no administraba los sacramentos.
A continuación compartimos la primera entrega –la segunda y última se publicará el jueves 22- de un artículo de la Responsable del Archivo Arquidiocesano, Prof. Celia Godoy.
“En las cercanías de cada 7 de octubre recordamos la llegada de nuestra Patrona y Fundadora a lo que hoy es la ciudad de Paraná. Cada año recordamos el pobre caserío que se formó alrededor de la incipiente capilla de barro y paja, sumamente precaria donde el Padre Miguel de Barcelona venía dando misa y predicando desde los primeros años del siglo XVIII.
Este año con motivo del año mariano nacional y que viajaría al encuentro de Catamarca, para contar la historia de nuestra Virgen, comencé esta investigación tratando de conocer más allá de 1730, y ver que rastros podía encontrar de la presencia de esta imagen especial que hoy veneramos en nuestra Catedral
Para eso volvemos a remontarnos a la llegada de Garay y las familias que acompañaron este poblamiento, ya que se supone que con ellos llegó nuestra imagen.
El 15 de noviembre de 1573 cuando Juan de Garay, por encargo del gobernador de Asunción, deja oficialmente fundada la ciudad, en la barranca occidental del río de los Quiloazas, hoy Río San Javier, gran parte del territorio entrerriano queda bajo jurisdicción de su cabildo y desde ahí comienza en forma lenta y difícil la ocupación de la costa entrerriana.
Y porque nos remitimos a Garay?, porque el 7 de diciembre de 1580, Juan de Garay le otorgó a Antón Martín, criollo que integró la expedición que fundara la antigua ciudad de Santa Fe, la escritura de las tierras rinconeras, todos sabemos que nuestra imagen vino de la iglesia del Rincón de Santa Fe.
Hasta la llegada de los españoles, los chana timbúes, los quiloazas, los colastinés y los mocoretás cazaban y pescaban en esta zona. Pero la primera persona que tuvo una escritura en Rincón fue el criollo Antón Martín, probablemente el armero de la expedición de Juan de Garay “Con vuestros hechos habías ayudado mucho en esta conquista y población aderezando las armas a los soldados, sin de ello hayáis recibido ninguna paga más, de con celo servir a Su Majestad”, consta en el título de tierras que recibe Martín este 7 de diciembre de 1580.
En estos primeros siglos, la zona de Rincón hace punta con la ganadería en zona de islas. “La hacienda se arrinconaba en el rincón que se forma entre los ríos Ubajay y Colastiné, de allí una de las acepciones del nombre, también se lo conocía como el rincón de Antón Martín” dice un artículo del diario El Litoral sobre el tema.
Llegamos a 1632 y en la zona de la Bajada se concreta el primer pacto entre el gobernador Hernandarias de Saavedra y el Cacique Yasú, jefe de los Charrúas que tenía su toldería en las proximidades de la Bajada.
Años más tarde entre 1650 y 1660 el pueblo de Santa Fe la Vieja hoy Cayasta, tiene que ser trasladado más al sur, por los numerosos ataques de las tribus de la región.
El 3 de abril de 1660 ya se encontraban instaladas en el nuevo sitio, llamado «Pago de la Vera Cruz», las autoridades capitulares.
Como consecuencia inmediata, durante los diez años que duró el traslado, se fueron sumando nuevos pobladores a los campos de la costa entrerriana.
Por este traslado, el pago de Rincón se convirtió en una de las postas para hacer el viaje, donde algunas familias, en vez de seguir de largo, se quedaron. Las tensiones con los indios eran permanentes, incluso aquí se construyó un pequeño fuerte que formaba parte de la defensa de Santa Fe. Las crecidas también complicaron la vida de los habitantes de la zona y esto también contribuyó al poblamiento en la otra banda. A pesar de las dificultades muchos se quedaron y resistieron en el rincón del Ubajay y el Colastiné.
En 1654 “según el procurador, en la doctrina del Salado Grande había más de 40 estancias, distante 20 leguas de latitud, Y solo tenía dos parroquias, á 16 leguas una de otra, pero que no se oye misa, ni se cumplen los sacramentos, y pedía la fundación de dos nuevas parroquias, en las estancias de Álvaro Andrade y de Antonio de Vera Mujica. (Actas del Cabildo).
No se sabe si se crearon estas dos parroquias pedidas, pero en 1712 hallamos, que al otro lado del Salado y cerca de la ciudad, “existía el paraje de la Capilla, reducción de indios, donde adorábase la imagen de Ntra. Sra. del Rosario, de la que en anterior capítulo hemos hablado desde 40 años atrás, bajo el curato del P. Tomás de Salazar; y á más la Capilla de San Juan en la estarcía de Roque Rabanal y donde radicóse en 1711, el cura Arce y Vallejos. Siendo esta, vice parroquia. La capilla del Rosario pues, fundóse en 1672.” (Actas del cabildo). Esta última es la de la actual Rosario y ambas parroquias comparten historias parecidas de su fundación
A los propietarios ricos y devotos, les era imposible venir a la ciudad para cumplir con los preceptos de la iglesia, por la lejanía de sus estancias, de ahí, que fueron necesarios para ellos estos oratorios y capillas, pero también existían en la ciudad; Hernandarias, tenía una en 1612, y así otros vecinos pudientes, al amparo de un santo de su devoción y confianza, tenían sus oratorios o capillas privadas.
Llegamos al año 1662, el Gobernador del Río de la Plata, Alonso de Mercado celebra otro pacto con tribus de Cayagüates, Tocagües y Vilos, representado por sus caciques y el Padre Nicolás Carbajal, por este convenio las poblaciones se reducen y pueblan un lugar situado frente a Santa Fe en la otra Banda del Paraná a dos leguas. En la misma época el Cabildo de Santa Fe le concede al Maestre de Campo Francisco Arias de Saavedra una encomienda de indios tocagües y le señalo como lugar de asiento el sitio de la Bajada.
Siguiendo con la historia de la imagen de la Virgen, algunos historiadores indican que fue de las llegadas de España en la expedición de 1573, ya que la misma es de tipo español llamada muñeca y en 1678, fue trasladada a San José del Rincón.
Comienza el siglo XVIII, en la costa de la otra banda, se incrementa la población, primero junto a la ribera, luego en lo alto de la barranca. La población sufre las continuas invasiones de los indígenas, y depende para la atención espiritual de los curas de Españoles y Naturales de Santa Fe, que delegan sus atribuciones a algunos misioneros y sacerdotes que recorren la campiña. Y particularmente encontramos al Padre Miguel de Barcelona, que arribaba periódicamente a la Bajada, a una capilla que los pobladores habían levantado y dedicado a la Inmaculada Concepción, se supone que a fines del Siglo XVII.
Las familias provenientes de Santa Fe y Corrientes seguían instalándose en nuestra zona formando el caserío. En tanto se agudiza el ataque de los aborígenes en la costa santafesina y esto obliga a llevar la imagen que está en el Rincón a Santa Fe, hasta que cese esta arremetida y es el año 1715.
Tres años después en 1718 es ordenado sacerdote Francisco Arias Montiel, por el Obispo Mons. Pedro Fajardo, y durante 7 años permaneció entre los indios cumpliendo sus funciones sacerdotales hasta que en 1727 regresó a Santa Fe. La virgen lo estaba preparando para lo que se venía”.