Trujillo, 19 de junio de 2020.

A TODOS LOS SACERDOTES DE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Estimados Sacerdotes.

En el día que nuestra Madre la Iglesia celebra la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, les hago llegar mi saludo de paz y bien, y deseo vivamente que el fuego del amor que irradia del Corazón abierto del Crucificado siga encendiendo la pasión que un día los llevó a dejar todo y a entregar su juventud, sus sueños y todo su ser a Aquel por quien se sintieron atraídos y elegidos para una vocación y una forma de vida sublime y fascinante: el sacerdocio.

En mis oraciones le pido al Señor que el ardor de esta ilusión se mantenga siempre encendido para que en el ejercicio y en la fidelidad a su ministerio, ustedes vivan realizados, felices y alegres, de tal forma que sean “ministros de la alegría del evangelio”, como insiste el Santo Padre, el Papa Francisco. No me queda duda que siendo ustedes felices, harán felices también a los demás, especialmente a la comunidad parroquial que el Señor les ha confiado, o a las personas con las que interactuan en el ministerio que han recibido. Estos son signos evidentes de que Dios vive en ustedes, y los fieles son traídos por esta presencia de Dios.

Esta comunidad, porción del Pueblo de Dios, tiene mucha esperanza en sus sacerdotes, ama a sus sacerdotes. Lo podemos palpar sobretodo en estos tiempos de pandemia. Los fieles necesitan de Dios, necesitan a sus sacerdotes, necesitan que les celebren la Eucaristía, que los confiesen, que les hablen de Dios. Oran por ustedes, especialmente hoy, en la Jornada Mundial de Oración por los Santificación de los Sacerdotes. Quieren que sus sacerdotes sean santos, que “tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús” (Flp 2,5).

«Doy gracias sin cesar por Ustedes» (Ef 1,16) y por todo el bien que vienen haciendo. Gracias por llevar la Palabra de Dios a los fieles, muchos de ustedes haciendo grandes esfuerzos por adaptarse a estas nuevas formas de comunicación, haciendo uso de las redes sociales, buscando la manera de estar cerca de su pueblo. Y no sólo eso, muchos de ustedes vienen desarrollando acciones maravillosas para ayudar a los hermanos que sufren, ofreciendo no sólo su trabajo, sino incluso sus propios bienes. ¡Cuánto bien hacen, mostrando el rostro de una Iglesia Samaritana, comprometida con el que sufre, con el necesitado, con el enfermo! Gracias por este hermoso testimonio.

Finalmente, les pido que fortalezcan la fraternidad sacerdotal, recen unos por otros, comuníquense con frecuencia, sobretodo con aquellos sacerdotes que han sido contagiados con el coronavirus o que pasan alguna dificultad. Les pido que cuiden su salud, que observen las normas sanitarias, que no se expongan innecesariamente al contagio. Velen por sus familiares y asístanlos si están enfermos o ancianos.

Los encomiendo en mis oraciones y le pido a la Madre de la Misericordia y la Esperanza que nos ayude a caminar en sinodalidad para que todos seamos uno, como es el deseo ardiente del Señor.

En el Corazón de Jesús.

 

Paz y bien

 

 

 

+ Miguel Cabrejos Vidarte, OFM

Arzobispo Metropolitano de Trujillo

Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana

Presidente del CELAM