El domingo 28 se realizará la bendición del nuevo ambón de la Parroquia Nuestra Señora del Rosario, Catedral metropolitana. La ceremonia contará con la presencia de Monseñor Juan Alberto Puiggari.
El párroco, Mons. Eduardo Tanger; el vicario Pbro. Ricardo Vera y la comunidad parroquial invitan a participar de esta celebración que comenzará a las 19:30.
El ambón, mesa de la Palabra
El “ambón” es el lugar de la proclamación de la Palabra de Dios en la liturgia. Testimonia el anuncio perenne de la resurrección del Señor en la Iglesia. Los ministros, suben a él evocando la figura del ángel que en el sepulcro dio el anunció “no está aquí, ha resucitado” (Mt 28, 6). Desde el ambón, el Padre sigue dando su Palabra eterna a la Iglesia que en actitud de devota escucha, la recibe para anunciarla al mundo.
La catedral de Paraná no ha sufrido reformas significativas desde su construcción. Con ocasión de la reforma litúrgica se retiraron elementos importantes considerados en aquel momento, poco adecuados a los nuevos planteos celebrativos, siendo sustituidos en algunos casos – como el del altar – por nuevos elementos. Las iglesias en general – incluida la catedral – no contaban por entonces con ambón, ya que su uso había sido prácticamente abandonado. Solo en los decenios posteriores a la reforma litúrgica fue revalorizado como lugar propio para la proclamación de la Palabra de Dios, y se convirtió en elemento indispensable en los templos. Las reformas llevadas a cabo para adecuar la catedral a las nuevas necesidades no incluyeron por lo tanto un ambón, y de hecho nunca se llegó a construir.
El nuevo ambón
La necesidad de contar con un ambón en la catedral llevó – a instancias del arzobispo y del párroco Eduardo Tanger – a avanzar en un proyecto que incluyera su construcción y al mismo tiempo la adecuación conjunta del altar y de la cátedra. El ambón, como primera etapa, acaba de ser instalado y en pocos días será bendecido en la celebración eucarística que presidirá Mons. Juan Alberto Puiggari el domingo 28.
La estructura, realizada íntegramente en mármol (blanco carrara, travertino al agua claro y negro absoluto) según la tipología de ambón-tribuna, fue realizada – según el diseño del arquitecto Francisco Puskovich, e instalado como estructura superpuesta a la escalinata principal, a fin de evitar cualquier tipo de intervención invasiva sobre el pavimento original.
En el diseño de la estructura se buscó la integración con el entorno, buscando no tanto imitar lo antiguo como proponer una morfología que, en el pleno respeto y armonía con los elementos existentes, aportara visualmente algo nuevo y al mismo tiempo significativo.
Las dimensiones (alto 1,40 m; ancho 1,06 m. en frente y laterales) se decidieron teniendo en cuenta la integración en un entorno monumental como es el del edificio histórico de la catedral. La decoración fue realizada artesanalmente por Marta Balbuena (Diamante) según los diseños presentados oportunamente. El proyecto iconográfico y los diseños fueron elaborados por el Pbro. Lic. Daniel Miguel Silguero con la colaboración del Pbro. Dr. Mario Alberto Haller.
Breve descripción iconográfica
Al centro de la parte frontal destaca como motivo principal el Cristograma o “Crismon”, con las letras griegas “alfa” () y “omega” (), dentro de una mándorla en cuyo contorno se lee el versículo del Apocalipsis “EGO SUM ALPHA ET OMEGA, PRINCIPIUM ET FINIS” (Ap. 22,13).
La elección de un motivo cristológico busca subrayar que el ambón es el lugar en el que el Cristo está presente y se entrega a la Iglesia en la mesa de su Palabra. El “crismón” es un antiguo símbolo cristológico formado por la superposición de las dos primeras letras griegas del título Χριστός (“Cristo” = “Mesias” = “Ungido”). Se trata de una antiquísima confesión de fe en Jesús como enviado del Padre, ungido por el Espíritu, que hasta el presente mantiene intacta su fuerza comunicativa. A derecha e izquierda, las letras y Ω, expresan el señorío universal y eterno de Jesucristo en la Iglesia y en el mundo (Cf. Flp 2, 11).
La “mándorla” que contiene el Crismón, resultante de la superposición parcial de dos círculos, es una forma simbólica cuya semejanza con una semilla evoca la vida nueva, así como también la comunicación de lo divino con lo humano; esta última idea expresa no solo el misterio de la unión de las dos naturalezas en la Persona del Verbo encarnado, sino también la constitución de la Iglesia, su Cuerpo místico, por el elemento humano y el divino de que habla la Constitución “Lumen Gentium” (n° 8).
En los ángulos, cuatro recuadros representan el símbolo del “Tetramorfo”. El único Evangelio – Jesucristo – que se proclama en la liturgia es, en efecto, tetramorfo, es decir, cuádruple en su forma. La tradición cristiana ha expresado esta verdad mediante la atribución simbólica a los evangelistas, de los rasgos de los cuatro seres vivientes de la visión de Ezequiel (Ez. 1, 5-11), atribuyendo a Mateo la figura humana, a Marcos la del león, a Lucas la del buey, y a Juan la del águila.
Dos franjas horizontales contienen los versículos “ESTE ES MI HIJO AMADO, ESCÚCHENLO” (Mc.9,7) y “ANUNCIEN EL EVANGELIO A TODA LA CREACIÓN” (Mc. 16,15), indicando que la Palabra divina es “don” y “misión”, es decir, nos es dada para ser recibida mediante la escucha y ofrecida en la predicación.
Los listones verticales que unen el tetramorfo presentan una estilización de motivos vegetales y florales que evocan la plenitud de vida que nace de la resurrección, mientras sobre los laterales, una estilización de espinas entrelazadas representan la pasión redentora, evidenciando el misterio de la Pascua de Jesús, cuyo anuncio da sentido y significado al propio ambón.
Las lenguas o idiomas utilizados para las inscripciones, son las que históricamente ha empleado la Iglesia en su liturgia: griego (letras alfa y omega); latín (versículo del Apocalipsis que circunda la mándorla); castellano (versículos de la franja superior e inferior).