Bendito seas, Dios y Padre nuestro,

que nos convocas al Sínodo Arquidiocesano

para que crezcamos,

por nuestra conversión espiritual y pastoral,

como discípulos en el misterio de la Iglesia,

sacramento universal de salvación.

Tú quieres que el Sínodo,

expresión de la Iglesia,

pueblo reunido en la unidad

del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,

nos dé a Cristo en el amor de su muerte y resurrección

y que nosotros respondamos como misioneros

con nuestra vida de fe, esperanza y caridad,

cada uno según su carisma,

en cada Eucaristía,

en cada acto de libertad.

Como es entero tu amor, sea entera nuestra entrega.

Amén.

Virgen del Rosario, Madre de la Iglesia,

intercede ante tu Hijo Jesús.

San Juan Pablo II, que peregrinaste por Paraná,

acompáñanos.

Beato Cura Brochero,

ruega por la santidad de nuestras parroquias.