Madre de Dios, amada del Padre y santificada por el Espíritu,

en la gestación de una nueva aurora,

acompáñanos a dar un nuevo paso en la fe.

 

Puerta del sublime misterio,

enséñanos a  vivir animados por la gracia y en la escucha de la Palabra

para que profundamente se arraigue Jesucristo

en nuestras vidas.

 

Destello de luz,

ayúdanos a contemplar su rostro luminoso

para encendernos en nuevos ardores que impidan instalarnos en la comodidad, el estancamiento y la tibieza.

 

Necesitamos el soplo potente del Espíritu,

para que nuestras comunidades se conviertan

en fuego que irradie la vida en Cristo.

 

Te pedimos por los bautizados que se han alejado;

por los descuidados del pastoreo;

por los que todavía son cristianos pero corren el riesgo de dejar de serlo;

por los que no creen, o rechazan la Luz.

 

Que experimentemos todos la Belleza de la Pascua

donde el mal y la muerte no tienen la última palabra.

 

Virgen Madre muéstranos lo que ha significado

el encuentro con el Acontecimiento del Verbo hecho carne

que da nuevo horizonte a tu historia.

 

AMEN