«La libertad religiosa, camino para la paz»

 

 

Jueves, 16 dic (RV).- «La libertad religiosa, camino para la paz», es el mensaje de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz de 2011

«Al comienzo de un nuevo año deseo hacer llegar a todos mi felicitación; es un deseo de serenidad y de prosperidad, pero sobre todo de paz», escribe el Papa en la introducción de su Mensaje, señalando que «el año que termina también ha estado marcado lamentablemente por persecuciones, discriminaciones, por terribles actos de violencia y de intolerancia religiosa».

 

 

En particular en la querida tierra de Irak, que en su camino hacia la deseada estabilidad y reconciliación sigue siendo escenario de violencias y atentados. Vienen a la memoria los recientes sufrimientos de la comunidad cristiana, y de modo especial el vil ataque contra la catedral sirio-católica Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, de Bagdad, en la que el 31 de octubre pasado fueron asesinados dos sacerdotes y más de cincuenta fieles, mientras estaban reunidos para la celebración de la Santa Misa. Así como otros ataques y violencias.

 

 

Con su cercanía y la de toda la Iglesia, expresada concretamente en la Asamblea Especial para Oriente Medio del Sínodo de los Obispos, el Papa agradece a los Gobiernos que se esfuerzan por aliviar los sufrimientos de estos hermanos en humanidad, e invita a los Católicos a rezar por sus hermanos en la fe, que sufren violencias e intolerancias, y a ser solidarios con ellos.

 

 

Benedicto XVI escribe en este contexto, que siente muy viva la necesidad de compartir «algunas reflexiones sobre la libertad religiosa, camino para la paz. En efecto, se puede constatar con dolor que en algunas regiones del mundo la profesión y expresión de la propia religión comporta un riesgo para la vida y la libertad personal. En otras regiones, se dan formas más silenciosas y sofisticadas de prejuicio y de oposición hacia los creyentes y los símbolos religiosos».

 

 

Constatando dolorosamente que «los cristianos son actualmente el grupo religioso que sufre el mayor número de persecuciones a causa de su fe. Muchos sufren cada día ofensas y viven frecuentemente con miedo por su búsqueda de la verdad, su fe en Jesucristo y por su sincero llamamiento a que se reconozca la libertad religiosa», Benedicto XVI afirma que «todo esto no se puede aceptar, porque constituye una ofensa a Dios y a la dignidad humana; además es una amenaza a la seguridad y a la paz, e impide la realización de un auténtico desarrollo humano integral».

 

 

Tras recordar que «la libertad religiosa se expresa la especificidad de la persona humana, por la que puede ordenar la propia vida personal y social a Dios, a cuya luz se comprende plenamente la identidad, el sentido y el fin de la persona» y que «negar o limitar de manera arbitraria esa libertad, significa cultivar una visión reductiva de la persona humana, oscurecer el papel público de la religión; significa generar una sociedad injusta, que no se ajusta a la verdadera naturaleza de la persona humana; significa hacer imposible la afirmación de una paz auténtica y estable para toda la familia humana», el Santo Padre concluye la introducción de este mensaje con una exhortación «a los hombres y mujeres de buena voluntad a renovar su compromiso por la construcción de un mundo en el que todos puedan profesar libremente su religión o su fe, y vivir su amor a Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la mente (cf. Mt 22, 37)».

 

 

Sentimiento que inspira y guía todo el Mensaje del Papa para la XLIV Jornada Mundial de la Paz, dedicado al tema: La libertad religiosa, camino para la paz. El documento pontificio reflexiona sobre los temas del Derecho sagrado a la vida y a una vida espiritual; Libertad religiosa y respeto recíproco; La familia, escuela de libertad y de paz; La libertad religiosa como patrimonio común; La dimensión pública de la religión; La libertad religiosa, fuerza de libertad y de civilización: los peligros de su instrumentalización – «para enmascarar intereses ocultos, como por ejemplo la subversión del orden constituido, la acumulación de recursos o la retención del poder por parte de un grupo, puede provocar daños enormes a la sociedad».

 

 

En este tema, Benedicto XVI destaca que «el fanatismo, el fundamentalismo, las prácticas contrarias a la dignidad humana, nunca se pueden justificar y mucho menos si se realizan en nombre de la religión. La profesión de una religión no se puede instrumentalizar ni imponer por la fuerza. Es necesario, entonces, que los Estados y las diferentes comunidades humanas no olviden nunca que la libertad religiosa es condición para la búsqueda de la verdad y que la verdad no se impone con la violencia sino por «la fuerza de la misma verdad». En este sentido, la religión es una fuerza positiva y promotora de la construcción de la sociedad civil y política».

 

 

El Santo Padre reflexiona luego sobre la libertad religiosa como cuestión de justicia y de civilización y escribe que «el fundamentalismo y la hostilidad contra los creyentes comprometen la laicidad positiva de los Estados. La misma determinación con la que se condenan todas las formas de fanatismo y fundamentalismo religioso ha de animar la oposición a todas las formas de hostilidad contra la religión, que limitan el papel público de los creyentes en la vida civil y política. No se ha de olvidar que el fundamentalismo religioso y el laicismo son formas especulares y extremas de rechazo del legítimo pluralismo y del principio de laicidad. En efecto, ambos absolutizan una visión reductiva y parcial de la persona humana, favoreciendo, en el primer caso, formas de integrismo religioso y, en el segundo, de racionalismo».

 

 

También entre los temas destacados el Papa subraya el Diálogo entre instituciones civiles y religiosas; Vivir en el amor y en la verdad; El diálogo como búsqueda en común – en el que recuerda que «en el año 2011 se cumplirá el 25 aniversario de la Jornada mundial de oración por la paz, que fue convocada en Asís por el Venerable Juan Pablo II, en 1986». Ocasión en que «los líderes de las grandes religiones del mundo testimoniaron que las religiones son un factor de unión y de paz, no de división y de conflicto. El recuerdo de aquella experiencia – destaca Benedicto XVI – es un motivo de esperanza en un futuro en el que todos los creyentes se sientan y sean auténticos trabajadores por la justicia y la paz.

 

 

El denso Mensaje de Benedicto XVI prosigue reflexionando sobre temas como Verdad moral en la política y en la diplomacia; Más allá del odio y el prejuicio; La libertad religiosa en el mundo; La libertad religiosa, camino para la paz. Y concluye reiterando que «el mundo tiene necesidad de Dios. Tiene necesidad de valores éticos y espirituales, universales y compartidos, y la religión puede contribuir de manera preciosa a su búsqueda, para la construcción de un orden social justo y pacífico, a nivel nacional e internacional».

 

 

«Como enseña el Siervo de Dios Pablo VI, a cuya sabiduría y clarividencia se debe la institución de la Jornada Mundial de la Paz: ‘Ante todo, hay que dar a la Paz otras armas que no sean las destinadas a matar y a exterminar a la humanidad. Son necesarias, sobre todo, las armas morales, que den fuerza y prestigio al derecho internacional; primeramente, la de observar los pactos’».

 

 

Tras afirmar que «la libertad religiosa es un arma auténtica de la paz, con una misión histórica y profética. En efecto, ella valoriza y hace fructificar las más profundas cualidades y potencialidades de la persona humana, capaces de cambiar y mejorar el mundo. Ella permite alimentar la esperanza en un futuro de justicia y paz, también ante las graves injusticias y miserias materiales y morales», el Mensaje que Benedicto XVI ha firmado en el Vaticano, el 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, de 2010, termina deseando que «todos los hombres y las sociedades, en todos los ámbitos y ángulos de la Tierra, puedan experimentar pronto la libertad religiosa, camino para la paz».