MISA PARA LA JORNADA DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES
 
Homilía de monseñor Mario Luis Bautista Maulión, presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social y arzobispo de Paraná, en la parroquia Nuestra Señora de la Piedad (Buenos Aires, 6 de mayo de 2005)

 

Queridos Hermanos:

1. El hombre está con otros. Nace de otros. Vive y convive con otros. La vinculación con otros es esencial. Somos fundamentalmente sociales.

La vinculación y la pertenencia al grupo, a un grupo, es característica de los vivientes. Lo propio del hombre es la comunicación interpersonal: trasmitir la propia interioridad, lo que pienso, lo que quiero, lo que busco para encontrar una respuesta. La comunicación abre nuestro intimidad mas honda al ofrecer a otros lo mas propio de cada uno, el conocimiento y la libertad. Es mucho más que vivenciar sensaciones y emociones. Es llegar a compartir conocimientos que interpretan la realidad y decisiones libres con los que vamos tejiendo una historia en común.

La comunicación humana la hacemos con muchos modos y lenguajes, siendo la palabra una de las más ricas por la innumerable cantidad de matices. Desde el infante al sabio, la palabra es un formidable puente para unir lo más íntimo de las personas.

La gloria del hombre, su palabra, es también su riesgo y puede ser su destrucción: la mentira y el engaño se hacen con palabras.

2. Juan Pablo II nos recordaba que por la comunicación (principalmente,  las palabras) se difunde el bien, la armonía, la verdad, la reconciliación. Y, también la incomprensión, los prejuicios, los conflictos.

Un ámbito fuerte de la comunicación es la educación, el maravilloso y riesgoso proceso de introducir en la vida, enseñando todo, desde el comer hasta el pensar y el saber elegir. Se hace en el hogar y, luego, en la sociedad, en la escuela. En cierto modo todos somos educados y educadores. Pero fundamentalmente educan los adultos, los adultos. Esta educación está llamada a brindar comprensión y erradicar los prejuicios. Por la comunicación que es educación vemos a los otros como distintos. También pueden ser presentados hasta como hostiles. Y la comunicación llega a recorrer el camino del miedo, de la descalificación gratuita e injusta, del odio en el círculo y la espiral fatal de la violencia. La historia nos muestra cómo los hombres nos unimos y nos disgregamos hasta destruirnos.

La Palabra de Dios, su comunicación, nos recuerda nos señala que la Verdad nos hará libres y que la mentira es asesina. Jesús es la Verdad. El Diablo es padre de la mentira.

Mirando al Señor nos convencemos cada vez más que la comunicación está llamada a ser la constructora de puentes porque la Comunicación es lo que vive Dios y lo que Dios quiere hacer con nosotros y lo que quiere que hagamos.

3. La comunicación usa medios porque los necesita. Los hay de distintos niveles y calibres. Desde los muy simples y directos hasta los muy sofisticados. A algunos hasta los expresamos con mayúscula por el formidable poder que tienen. Pero todos valen sólo en la medida en que sirven a la persona humana concreta. Juan Pablo II nos recordaba poco antes de morir que el fin y la medida de los medios de comunicación social es la persona humana. Cuando la promueven son valiosos. Cuando la distorsionan o desorientan son altamente peligrosos.

El  medio en lo técnico sigue siendo medio. Lo importante es el hombre que lo dispone y lo usa, el comunicador. Y al  comunicador, por ser hombre, lo define su calidad moral. Como hombre, lo valioso de él son los valores que vive. Comunicador: te lo digo y me lo digo ¿buscas inculcar valores?  Vívelos! ¿buscas afianzar el valor y la dignidad de la persona humana? Testimónialos en la verdad, en la verdad sobre la dignidad de la persona humana. No en la mentira. En la verdad plena, no en verdades a medias o a gusto del interlocutor. En el humilde y audaz servicio a cada hombre ayudándolo al descubrimiento de su verdad plena.

4. En este camino hacia la verdad cada comunicador tiene función, su gloria, su responsabilidad. Pero fundamentalmente, su alegría.

La Palabra de Dios que acabamos y de la de proclamar nos habla de la Alegría y de la Paz.

Con las palabras de Isaías, pronunciadas hace más de 26 siglos, con una vigencia muy actual se nos anuncia que la Alegría verdadera llega porque Tu Dios reina, regresa, consuela a su pueblo, lo rescata. El texto dice que Dios desnuda su brazo que es como decir se arremanga, gráfica expresión de quien se mete con todo, manos a la obra.  Es lo que viene haciendo Dios. Desde siempre. Por muchas razones el hombre no siempre llega a verlo El comunicador está llamado a anunciarlo, con su palabra, con su conducta. Es su tarea, a veces su dolor, pero siempre su alegría. Es llamado a la esperanza contra toda desesperanza y desilusión. El Señor está y actúa. Así la comunicación se hace vehículo de la Paz.

5. El texto de Pablo nos habla de lo que es tan profundo y siempre actual entre los hombres. La división y el enfrentamiento. Pablo lo refería a una difícil situación vivida por los primeros cristianos. La división entre los cristianos por su distinto origen de judíos y paganos. Pablo señala el camino de la fe que el cristiano ha recibido y profesa. Jesús, enviado del Padre, en Él mismo, derriba el muro que separa haciendo de los dos pueblo un Hombre nuevo. A Jesús, el creyente cristiano lo ve cómo Paz y reconciliación.  Y al verlo así, ve el camino que está llamado él mismo a recorrer: unir, reconciliar, pacificar, derribando los siempre frecuentes muros de división. Y esto es la Paz. Es, la honda alegría de seguir creando puentes de acercamiento.

7. Jesús en el Evangelio nos recuerda que por sobre las profundas y serias divisiones de los hombres (buenos y malos) está el Padre que hace salir el sol y hace llover sobre todos De Dios salió todo, menos el pecado. Y Él quiere que todo a Él vuelva. Es su constante tarea desde el comienzo del mundo, y que tiene su punto culminante en Jesús Muerto y Resucitado para la vida de los hombres.

Su amor es universal, total.

Por eso al creyente, Jesús le señala un camino sobre humano. Es preciso amar al amigo. Incluso hasta dar la vida por él. Es la formidable prueba del amor. Pero  no basta. Es preciso amar como ama el Padre.  A todos. Incluso al enemigo. Es lo que hizo Jesús. María. Los Santos, los reconocidos y los ignorados. Con un amor sin límites ni fronteras. Hasta llegar a hacer salir el sol sobre buenos y malos. Tarea ardua y maravillosa. Tarea costosa. A Jesús y a muchos les llevó la vida. Gracias a Él vivimos. Por él nos sentimos impulsados a trabajar por la paz, por la reconciliación, por la unión. Entre todos. Para todos. Hacia todos.

8. Como comunicadores, trabajando en los Medios fuertes o en los que aparecen modestos, el camino es anunciar la activa presencia del Señor que derriba los muros de división, que es reconciliación, que trae la Paz.

Así haremos que “los medios de comunicación estén al servicio del entendimiento de los pueblos”.

El Señor de la Paz haga nos fuerte para la comunicación que lleva a la vida plena.

María, Madre de Paz, Causa de nuestra Alegría interceda por nosotros

Mons. Mario B. Maulión, arzobispo de Paraná y presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social