Como el rostro es el reflejo fiel de cada persona y en su fisonomía se lee lo que su corazón guarda, así, en heráldica, el escudo manifiesta los rasgos del semblante espiritual que su poseedor quiere tener. Al Obispo se lo conoce y distingue por su ESCUDO.
El Blasón de Mons. MARIO L. B. MAULlÓN lleva como LEMA que guía su vida el mandato de Jesús: «ME ENVIO A EVANGELIZAR». El envío que movió tan vehementemente a Pablo (1Cor 1,17) tal como brotó de los labios de Jesús: «Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia a toda la creación» (Mc. 16,15) seguirá resonando con toda la fuerza y confianza que dan sus palabras: «Yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo». (Mt. 28,20),
El escudo, de una sola pieza, tiene el campo AZUL; color que simboliza, de parte de Cristo, «la VERDAD»: «Maestro, sabemos … que enseñas con toda verdad el camino de Dios» (Mt. 22,16) y, de parte del apóstol, «el CELO»: «Estoy celoso de ustedes con celo de Dios” (1 Cor 11,2).
Lleva en palo una BARCA en la que siempre la Iglesia se vio representada.
El metal de su figura es el ORO que en relación a Cristo, es atributo de «PODER” «jNavega mar adentro!” con un mandato expreso: «Echen las redes» (Lc. 5,4) y, desde el apóstol: «MAGNANIMIDAD” Aceptando su Misión de ser «Pescador de hombres” (Lc 5,10).
En su fragilidad el navío está sostenido desde arriba, pues su palo mayor remata en CRUZ, señal de la presencia de un timonel a quien «Hasta los vientos y el mar obedecen» (Mt. 8,27).
En el cantón izquierdo, en jefe, ostenta dos ESTRELLAS superpuestas, en conjunción: es la Estrella de la mañana que anuncia el nuevo Sol. Es MARIA que lleva en su seno, en sus brazos, en su vida, a JESUS.
Las Estrellas son guías del tripulante y lucen en PLATA que, como metal heráldico es, respecto a María, símbolo de «PUREZA»: «Toda hermosa eres» (Cant. 4,7) y, en lo que atañe al navegante, es alegoría de «VIGILANCIA», de profunda atención al mensaje evangélico, como en María que «guardaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc. 2,19).
El campo azul no tiene cuarteles ni particiones, el mar y el cielo se confunden sin horizonte. Una sola es la Iglesia triunfante y militante: «Un nuevo cielo y una nueva tierra… el mar ya no existía más» (Ap. 21,1).
El Blasón está timbrado por un BACULO episcopal que es signo del pastoreo que Dios le confía, como dejó a su Pueblo en manos del profeta-pastor: «Apacienta con tu cayado a tu pueblo» (Miq. 7,14).
El escudo compendia en sí la grandeza de la MISIÓN EPISCOPAL, como Monseñor Maulión aspira vivir; y como se encuentra resumida en estos versículos del Apóstol: «Se me confío la gracia de anunciar… la insondable riqueza de Cristo, y poner de manifiesto en qué forma se ha realizado el proyecto secreto que estaba oculto desde siempre en Dios». (Ef. 3,8-9).