ARZOBISPO. — hijos de Paraná: el tiempo va a detenerse un instante. Tomad el corazón en las manos, y con la magnanimidad propia de los hijos de Dios, preguntaos y responded: ¿Qué cosa grande queréis hacer por la Santísima Virgen del Rosario?

FIELES. – Una sola cosa. — En nombre del pasado, — del presente, — y del futuro — queremos sellar un Pacto eterno de amor. — Ella es nuestra. Nosotros somos suyos. — Todo lo nuestro es de Ella. —Todo lo de Ella es nuestro.

Del modo más real y absoluto — le consagramos nuestras per-sonas, — nuestras familias, — nuestras empresas, — nuestra vida — y nuestra muerte. — Al decirle Reina y Madre le decimos todo.

ARZOBISPO. — Hijos de Paraná: vuestras palabras valen lo que valéis vosotros. No están escritas sobre arena. Son irrevocables, son sagradas. Pero permitidme, como Pastor y Padre como puente entre María Santísima y vosotros, que os pregunte: En nombre de las generaciones todas. ¿queréis como Reina y Madre a la Santísima Virgen del Rosario?

FIELES. — Sí, la queremos.

ARZOBISPO. — ¿La juráis como Reina, como Patrona y corno Madre?

FIELES. — Sí, la juramos.

ARZOBISPO. — ¿Juráis educar a vuestros hijos, y a los hijos de vuestros hijos un apasionado amor por María Santísima?

FIELES. — Sí, lo juramos.

ARZOBISPO. — Hijos de Paraná, hijos de la Santísima Virgen del Rosario, hijos de Dios: vuestra Fe regocija el cielo y vuestro amor sacude el corazón del mismo Dios y de María, su bienamada. Toda alianza, todo pacto debe ser firmado. ¿Cuál es la firma de vuestro pacto, de vuestra alianza con la Virgen del Rosario?

IELES. — Nuestra firma es la Corona que sobre su frente pone nuestro amor filial.

* Diálogo entre el Arzobispo de Paraná y sus fieles momentos antes de la Coronación Pontificia de la Santísima Virgen del Rosario por su Emcia. el Cardenal Antonio Caggiano, el 8 de diciembre dc 1973. Hemos preferido mantener la forma de estilo dialogada.

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