Como en todas las Jornadas Mundiales, los jóvenes argentinos se congregaron para celebrar juntos la Eucaristía. Dos horas antes de la Misa, el frente de la Parroquia de Pentecostés se colmó de banderas y remeras albicelestes. La pequeña iglesia se vio colmada de asistentes, que al ritmo de la música, prepararon sus corazones.
Organizada por la delegación de la Pastoral de Juventud de Argentina y presidida por Monseñor Carlos José Tissera, Obispo de Quilmes y Delegado Nacional para la Pastoral de Juventud, la durante la tradicional Misa la lectura de los Hechos de los Apóstoles 2:2-4, donde se relata el pasaje de Pentecostés, dio el marco para reflexionar sobre lo que se está viviendo en esta JMJ: el idioma, que muchas veces nos separa, hoy nos une, porque todos hablamos el idioma de Cristo.
La Misa contó con varios gestos. Se le entregó al Padre Casimir, párroco y fundador en 2001 de la Parroquia de Pentecostés, una pequeña imagen de la Virgen del Luján. Además, junto a las ofrendas, se trajo la Cruz de San Damián que Francisco entregó a los jóvenes en Rio de Janeiro en 2013 y que recorrió todo nuestro país, y dos pancartas con el lema del Encuentro Nacional de Jóvenes, a realizar el próximo año en la ciudad de Rosario.
Al final de la Misa, se invitó a todos los jóvenes voluntarios polacos de la Parroquia a pasar el frente para recibir la bendición y cerrar con un gran aplauso de todos los argentinos. Al ritmo del Himno de la JMJ los jóvenes agitaron sus banderas y cantaron durante el final de la Misa, para luego volcarse al atrio de la parroquia.