El 10 de agosto se celebra el Día del Diácono, en honor a San Lorenzo, diácono y mártir, uno de los diáconos de la iglesia romana, víctima de la persecución del emperador Valeriano en el año 258, al igual que lo fueron el Papa Sixto II y muchos otros clérigos romanos.

En la historia de la Iglesia, los diáconos siempre han sido de gran ayuda para los sacerdotes. Si bien el diácono ha recibido el sacramento del Orden, este no es propiamente un sacerdote y por lo tanto no tiene sus potestades.

El sacramento del Orden en sus tres grados –episcopado, presbiterado y diaconado– se encuentra explicado en los numerales que van del 1554 y 1571 del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC).

El diácono se ordena al ministerio de la palabra, la liturgia y la caridad. Su función principal es la asistencia cualificada al sacerdote en las celebraciones y no es simplemente un “ayudante”.

El resto de funciones de los diáconos están recogidas en la constitución dogmática Lumen Gentium y en los cánones 757, 835, 910, 943 y 1087 del Derecho Canónico.

 

En la Arquidiócesis

Nuestra arquidiócesis cuenta al día de hoy con tres diáconos permanentes y uno en camino al presbiterado.

 

Sobre San Lorenzo

A comienzos del mes de agosto del año 258, el emperador emitió un edicto ordenando matar a todos los obispos, curas y diáconos. El 6 de agosto, el Papa Sixto II fue capturado en una catacumba. Cuando era llevado al cadalso, su diácono (Lorenzo) lo seguía llorando y pidiendo morir por Cristo. Sixto le dijo que en 3 días lo seguiría y le encargó que repartiera los bienes de la Iglesia entre los pobres para evitar que cayeran en manos de los perseguidores.

Lorenzo pasó toda la noche visitando a los pobres y repartiendo las riquezas. Al día siguiente el prefecto se las pidió, por lo que el diácono llevó a la puerta del funcionario a todos los cristianos pobres, junto con ciegos, cojos y mancos y le dijo que ésa era la riqueza de la Iglesia.

El 10 de agosto del mismo año, Lorenzo también sufrió la muerte de un mártir. El instrumento de su tortura, una parrilla, se convirtió en distintivo de su triunfo, siendo enterrado su cuerpo en el cementerio de Campo Verano, que desde entonces fue llamado con su nombre.