La Comisión Ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina difundió este lunes 22 un comunicado en relación al decreto del Papa Francisco sobre la beatificación de Fray Mamerto de la Ascensión Esquiú y Medina.
“La Iglesia que peregrina en la Argentina recibe con inmensa alegría la noticia: el Papa Francisco decretó la beatificación de Fray Mamerto de la Ascensión Esquiú y Medina. Precisamente el día en que la liturgia católica celebra la Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús –fuente inacabable de donde dimana toda gracia y santidad–, nos llega el consuelo de saber que un hijo de esta tierra será elevado a los altares, confirmando así la aspiración de un pueblo creyente, el que guiado por su sentido de la fe, nunca dudó de las virtudes espirituales, apostólicas y misioneras que coronaron la vida y obra del humilde, sabio y austero franciscano.
El pueblo de Catamarca lo vio nacer en una familia criolla, donde recibió la fe de sus mayores, y celebró su vocación al consagrarse de por vida a Dios en la Orden de los franciscanos menores. La comunidad franciscana de Tarija (Bolivia) fue testigo durante más de trece años de su vida ascética y virtuosa: docente, catequista, apasionado por la misión. Lo recordarán también por sus gestos nobles y fraternos en la convivencia cotidiana”, expresa el escrito.
Los obispos destacan además que “la Patria además lo reconoce como a uno de sus ciudadanos más eminentes, por su protagonismo desinteresado en horas oscuras de nuestra historia nacional, cuando enconadas fracciones políticas y partidarias solo resolvían sus diferencias por la vía de las armas, con sus secuelas de muerte, dolor y odios. Fue entonces que surgió la voz autorizada de Fray Mamerto, el hombre prudente, quien convencido de los valores supremos de la paz que alimentaba la espiritualidad del carisma de su Orden, deseaba ardientemente infundir en el corazón de sus compatriotas sentimientos de unidad y justicia. Aun cuando bregaba para que la cultura, la fe y la historia del pueblo postergado en la Argentina Federal estuviesen más reflejadas en la Carta Magna, –sobrevolando a sus convicciones personales, pero sin renunciar a ellas–, su actuación pública mantuvo una mirada amplia ante la crítica y compleja encrucijada que vivía el país. (..) Los obispos argentinos sentimos una gran alegría porque nuestro hermano es agregado por la Iglesia a los bienaventurados del Cielo. Con la vida y obra de Fray Mamerto, Dios nos habla: ya sea para iluminar el camino de laicos, consagrados, sacerdotes y ciudadanos de buena voluntad, así como también a quienes compartimos el ministerio episcopal. A todos nos recuerda nuestra bella vocación bautismal y la invitación del Señor a seguirlo por el camino de las Bienaventuranzas (Mt 5), a ser solidarios y generosos para construir una sociedad más justa y fraterna. Por este ideal evangélico palpitó el corazón incorrupto de Fray Mamerto Esquiú”.