Recordando al Cuarto Obispo de la Diócesis del Paraná (1910-1926).

Monseñor Dr. Abel Bazán y Bustos (1867-1926) fue un estudioso de las Ciencias Sagradas, de las Humanidades, especialmente la Historia y la Literatura, y un fino observador de las distintas manifestaciones del arte clásico; poseía además, el don de la escritura y de la oratoria sagrada y en tal carácter se expresó siempre con reconocida solvencia intelectual y testimonio de profunda fe cristiana. A través de sus papeles de archivo pueden seguirse sus actuaciones  con motivo de la celebración del  I Congreso Eucarístico Nacional (Buenos Aires, 1916) y del Centenario de la Independencia Patria (1816-1916), temas sobre los que venía reflexionando desde tiempo atrás y para los que sería requerido, dado el prestigio que gozaba a nivel eclesiástico y académico.

Así, es posible detallarlos en un orden cronológico, a partir de la documentación conservada:

  1. 1915. Publica: “Nociones de Historia Eclesiástica Argentina”. Imprenta Tragant; Buenos Aires.
  2. 1915 (27/12). Nombra el Comité Diocesano Pro 1er. Congreso Eucarístico Nacional que integra con sacerdotes y los Dres. Juan Ramón Alvarez Prado y Manuel Crespo.
  3. 1916 (14/02). Aprueba la colocación de una placa conmemorativa en todas las parroquias  con los nombres de los sacerdotes que en las grandes Asambleas Nacionales de los años 1810, 1813 y 1816, sentaron las bases de la Historia Patria, en adhesión al Centenario del Congreso reunido en Tucumán. Una de ellas puede observarse en el interior de la Basílica “Nuestra Sra. del Carmen” (Nogoyá, Entre Rios).
  4. 1916 (15/02). Aprueba la publicación de “El Apóstol del Santísimo Sacramento” para difusión de todo lo relativo a la celebración del Congreso Eucarístico Nacional.
  5. 1916 (16/03). Intercambia  correspondencia con el Dr. José Figueroa Alcorta, presidente de la Comisión pro-homenaje.
  6. 1916 (28/03). Carta Pastoral con motivo del primer Centenario de la Declaración de la Independencia.
  7. 1916 (30/06). Decreto sobre el Centenario de la misma (1816-1916).
  8. 1916 (22/08). Discurso pronunciado por Monseñor Bazán y Bustos en la sesión de clausura del 1er. Congreso Eucarístico Nacional Argentino. Buenos Aires, Imprenta de José Tragant. Publicado a beneficio de la Obra de la conservación de la fe.

Nota: Toda la documentación mencionada se encuentra en el Archivo de la Parroquia “Nuestra Sra. del Rosario” (Palacio Arzobispal). Fondo Monseñor Juan Abel Bazán y Bustos. Revista del Arzobispado de Buenos Aires. Años 1915-1916. Paraná, Entre Rios.

En este año Bicentenario de la Independencia Nacional  y celebración del XI Congreso Eucarístico Nacional reunido en la ciudad de San Miguel del Tucumán del 14 al 16 de junio y en el marco del III Sínodo Arquidiocesano (2015-2017) convocado por el Sr. Arzobispo de la Diócesis de Paraná, Monseñor Juan Alberto Puiggari en homenaje al 1er. Centenario del I Sínodo Diocesano convocado por el Obispo Monseñor Juan Abel Bazán y Bustos (1915), quiero recordar su participación como orador principal en la sesión de clausura del I Congreso Eucarístico Nacional realizada  el 22 de Agosto de 1916 en el gran Salón del Colegio del Salvador, en la ciudad de Buenos Aires.

Centró su disertación en la Eucaristía y en la presencia de Jesús en ella, “un milagro divino para todo hombre de fe”, conmoviendo al Obispo Social la extraordinaria presencia de fieles reunidos bajo la advocación de “Nuestra Sra. de Luján” dispuestos a escuchar su autorizada palabra, la que fuera  considerada “el mayor éxito oratorio del Congreso”. 

Ya en sus “Nociones de Historia Eclesiástica Argentina “, Monseñor Bazán había destacado la presencia de la Iglesia representada por los numerosos Congresales-teólogos que participaron en el llamado “Congreso de abogados y teólogos” reunido en Tucumán en 1816. Sobre 33 Congresales, se consignaron 4(cuatro) ausencias en la sesión del día 9 de julio, por lo que el Acta está firmada por 29 asistentes, de los cuales 12 eran sacerdotes:

  1. Dr. Pedro Miguel Aráoz (diputado por la capital de Tucumán);
  2. Pedro León Gallo (diputado por Santiago del Estero);
  3. Pedro Francisco de Uriarte (diputado por Santiago del Estero);
  4. Dr. José Colombres (diputado por Catamarca);
  5. Dr. Manuel Antonio Acevedo (diputado por Catamarca);
  6. Fray Cayetano José Rodríguez (diputado por Buenos Aires);
  7. Dr. Pedro Ignacio de Castro Barros (diputado por La Rioja);
  8. Dr. Antonio Sáenz (diputado por Buenos Aires);
  9. Fray Justo Antonio de Santa María de Oro (diputado por San Juan);
  10. Dr. José Ignacio Tames (diputado por Tucumán);
  11. Dr. José Andrés Pacheco de Melo (diputado por Chichas) y
  12. Dr. Mariano Sánchez de Loria (diputado por Charcas).

El Manifiesto que se dirigió a las Naciones fue obra del Pbro. Dr. Antonio Sáenz  e iba firmado por el Dr. Pedro Ignacio de Castro Barros como Presidente. La forma de gobierno republicana la salvó en ese mismo Congreso Fray Justo de Santa María de Oro, entre otros. Monseñor Bazán pone de relieve la virtud y formación del clero de la ápoca y su “fanático ardor” por la revolución, destacando que: “La Independencia argentina debe al clero algo más de lo que se cree, ya que sin su concurso tesonero, virtuoso y patriota no se hubiera realizado la emancipación política argentina”, todo un juicio de valor.  

En su discurso de clausura del Congreso Eucarístico de 1916, comienza dando razón de esta celebración en ocasión del Centenario de la Independencia. Allí se lee:

“… en el cumple siglo de nuestra Independencia, hemos sentido también nosotros la imperiosa necesidad de acercarnos más a Dios; de inyectar en nuestro corazón y en el nuestros hermanos, corrientes más intensas de vida sobrenatural, retemplando y vigorizando el harto debilitado organismo social de nuestra Patria. ¿ Y qué hemos hecho?. Acudir a la fuente de la vida, a Jesús Sacramentado, celebrando este gran Congreso Eucarístico.”

Y aunque tiembla ante mandato, reconoce que el tema a desarrollar le surge desde el fondo de su conciencia:

“… Vas a hablar a tus hermanos en la fe: la que ellos tienen en la presencia real de Jesucristo en la  Eucaristía (en otros párrafos: Sagrada Eucaristía; también, “el Pan de los Ángeles)-, basada en la Palabra del Maestro y en la enseñanza de la Iglesia”.

Ya se había detenido en otros documentos de ese mismo año en la fe heredada de nuestros mayores (el mayor tesoro según los Congresales del 16), analizando detenidamente “los lunares que nos afean” plantado ante el cumple siglo: luces y sombras en nuestros progresos; el teatro y las diversiones; modos de ser de nuestros padres; niños, adolescentes y adultos; partidos políticos; convencionalismos perjudiciales; antiguo y moderno patriotismo; crisis de hogares; y su esperanza en la virtud de la mujer argentina como garantía de salvación social.

En este discurso de clausura realza el tono religioso  y  apela a una imagen muy profunda para la cristiandad en la que sobrevuelan los textos neo-testamentarios de los evangelistas: Mateo (XXVI, 17-29); Marcos (XIV, 12-25); Lucas (XXII, 07-20); Juan (VI, 24-71)-, de la que desprende finalmente la importancia de la misión sacerdotal:

 “Mirad a Jesús en el Cenáculo, en aquélla que podríamos llamar su noche, en el mismo punto en que confluían dos épocas: tocaba a su término la antigua, de preparación, esperanza y profecías; y clamaba la nueva, la de las grandes y divinas realidades, cuando olvidado de sí mismo, golpeó su pecho, abrió sus entrañas y brotó la Eucaristía que continúa alimentando las almas mientras hay un poco de pan y un poco de vino sobre un altar y un sacerdote para consagrarlo y distribuirlo entre los hombres “. 

 Para finalizar uniendo el hecho histórico de la Independencia con el hecho divino del gran misterio de la fe: el triunfo de Jesús Sacramentado.