CARTA PASTORAL DE NAVIDAD y AL INICIO DE UN NUEVO AÑO
A los sacerdotes, consagrados y fieles laicos de la Arquidiócesis de Paraná:
En el marco eclesial del Año de la Fe
La celebración de la solemnidad del Nacimiento de Jesús se enmarca en esta ocasión en el Año de la Fe, convocado por el Santo Padre Benedicto XVI, y cuya jubilosa apertura diocesana fue el 7 de octubre pasado, fiesta patronal de la Santísima Virgen del Rosario. Año de la Fe que se extenderá para toda la Iglesia hasta el 24 de noviembre de 2013, Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo.
La fe es a la vez un regalo divino y una respuesta humana: un don inmerecido que apela a un compromiso agradecido.
¡Redescubramos la alegría de creer! El tiempo festivo de la Navidad y el inicio de un nuevo año del Señor, es propicio para que reflexionemos sobre nuestro compromiso con la fe cristiana, motivo de gratitud y de alegría, y también tarea cotidiana que debe ser acrecentada y comunicada a los demás.
Al hacerse hombre y nacer como un hombre, Dios nos revela su proyecto amoroso de salvación para todos los hombres. Así nos habla Dios y se autocomunica en la Navidad. ¡Necesitamos abrirnos a la Palabra de Dios, escuchar a Dios que nos habla para hacernos capaces de hablar de Dios al mundo y dar testimonio veraz de Aquel en quien creemos y esperamos!
Y, como enseña el Papa Benedicto XVI[1], “creer es un acto eclesial”: “La Iglesia es la Madre de todos los creyentes. Nadie puede tener a Dios por Padre si no tiene a la Iglesia por Madre (San Cipriano)”. La fe no es un don para ser confinado al ámbito privado sino para “ser Iglesia, portadora del amor y de la comunión de Dios para toda la humanidad”.
María, Madre y Modelo de los creyentes
Nos recuerda el Santo Padre que el anuncio del ángel a la Virgen María es una invitación a la alegría plena, por la llegada del Mesías. El arribo del Salvador prometido es la Buena Noticia, el inicio del Evangelio, “el final de la tristeza del mundo frente al sufrimiento, la muerte, la maldad, la oscuridad del mal que parece oscurecer la luz de la bondad divina”. Al creer en lo anunciado por el mensajero de Dios, María cree y se fía de Dios, confía en Dios, y se convierte en “Madre y Modelo de todos los creyentes”.
El peregrinar de la fe de María no excluye cruzar algunos pasos oscuros, como la crucifixión y muerte de Cristo, para llegar a la luz de la Resurrección. Así ocurre en el camino de los creyentes, cuando atravesamos pasajes de oscuridad en los que no comprendemos totalmente por qué Dios permite el mal o pone a prueba nuestra fe. En esos momentos será necesario fiarse de Dios, y que su Palabra sea la lámpara que guíe nuestro obrar. De este modo obró María, “en íntimo dialogo con la Palabra de Dios que le fue anunciada”, interpretando y haciendo inteligibles los hechos que iban ocurriendo en relación a la totalidad del misterioso proyecto salvífico de la voluntad de Dios. Así, “la omnipotencia de Dios, también en nuestras vidas, actúa con la fuerza, a menudo silenciosa, de la verdad y del amor”.[2]
La Iglesia Diocesana de Paraná
De la mano de María, Madre y Modelo de los creyentes, los invito a vivir con alegría esta Navidad. Que las noticias que en los últimos meses nos han afectado, oscureciendo el peregrinar creyente de la Iglesia Arquidiocesana de Paraná, por más dolorosas que sean, no empañen esa alegría, nuestra fe y nuestra esperanza.
Es deuda una reflexión eclesial profunda y hablar más ampliamente sobre el asunto. Ante los hechos creí oportuno hablarles por medio de los comunicados que se dieron a conocer (13 y 22 de septiembre) y luego dejar que la justicia actuara y poder colaborar con ella.
En distintos encuentros que he tenido con ustedes en las comunidades y personalmente, he constatado el dolor y también el amor de ustedes a la Iglesia y he querido responder a los interrogantes que la situación fue suscitando. Les pido paciencia y comprensión para poder, en su momento, aclarar algunas afirmaciones aparecidas que no siempre condicen con la realidad y aclarar también por qué la Iglesia actuó de esa manera en aquellos momentos, siguiendo la legislación vigente en esa época.
Les pido que juntos hagamos un acto profundo de fe en Jesucristo, el único Salvador que con su Espíritu sostiene a la Iglesia. Un acto de Fe en la Iglesia, llamada, a pesar de sus pecados y límites, a llevar el mensaje de Jesús. En Ella y por medio de Ella sigue actuando Jesús. Un acto de Fe en el Sacerdocio de Cristo encomendado a seres humanos débiles llamados a hacer presente a Jesús Buen Pastor y que podamos reconocer el trabajo y entrega de tantos sacerdotes. Los invito a recordar, agradecidos, el generoso y heroico servicio que han dado, y seguirán ofreciendo, en la Iglesia, sacerdotes, consagrados y fieles laicos. En particular, después que el Santo Padre Benedicto XVI, acaba de reconocer el milagro atribuido al sacerdote cordobés José Gabriel del Rosario Brochero (1840-1914), que será beatificado en Argentina el 14 de septiembre del año que estamos por iniciar. Que el Cura Brochero sea un estimulo en el camino de la santidad y de la evangelización personal y diocesana.
Tengo la seguridad de que Dios nos dará su gracia y nos ayudará a crecer a partir de esta difícil prueba. Por eso los llamo a confiar y sobre todo a orar para que nuestra Fe se renueve, hoy llevando esta cruz.
Una vez más hago expreso que mi deseo y preocupación, es acompañar con actitud respetuosa a todas las personas sufrientes por los hechos denunciados y reitero mi disposición al dialogo personal con cada una de ellas.
¡Feliz y Santa Navidad y un año nuevo lleno de bendiciones!, especialmente para quienes en su peregrinar de creyentes están cruzando valles de oscuridad y prueba bajo cualquier tipo de sufrimiento.
La luz de la Fe nos sostenga y aliente en la esperanza, en el camino de este nuevo año.
Octava de Navidad
2012 – Año de la Fe – 2013
Juan Alberto Puiggari
Arzobispo de Paraná