El próximo 22 de febrero, con el Miércoles de Cenizas, se inicia el Tiempo de Cuaresma, días que la Iglesia nos invita a la conversión del corazón.
Durante la celebración eucarística, tras la lectura del Evangelio y la homilía, se bendecirá las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos del año pasado, para luego hacer el signo de la cruz en la frente de los fieles presentes.
La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo. 
La ceniza es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección.

Día de Ayuno y Abstinencia

El Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.
Al hacer sacrificios (cuyo significado es «hacer sagradas las cosas»), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar.“Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará”. (Mt 6,6)”